Hola a todos,
Nuestra amiga y colaboradora Lola Gracia me llamó hace dos semanas para leer una narración en su programa de Black Coffee. La temática era (y és) la primavera, y estaría junto a diversos escritores de talla... no como un servidor que, además de no haber publicado nada, mide 1´65. La verdad, me sentí agradecido de que alguien aprecie mi escritura y mas cuando me lo dijo con menos de 24 horas de antelación.
Me indicó que, si tenía algún problema en escribirla, que podía "bajarme algo de internet" y leerlo aunque no fuera mío... alma de cántaro, no sabía con quién estaba hablando. Reto es mi segundo apellido.
Se me plantearon diversas opciones aunque, he de decir, tras muchas vueltas el concepto "primavera" me hacía terminar siempre en el mismo lugar:
- Coelho
- Gala
- Nieves Herrero
- etc.
En resumen: almibar.
Una conversación posterior ocn alguien muy cercano me hizo ahondar dentro de mí y buscar cosas fuera de esta ecuación primavera/cursi/flores/amor/almibar.
El caso es que salió fué esto, y así fué leido... bueno creo que esta fué la ultima versión de todos modos. Dice así:
PRIMAR VERA
Otro día más, a las doce de la noche, plantado ante un folio cruel y despiadado sobre el que debía verter mis impresiones a propósito de algo que se repite cada año sin remisión: la primavera.
Paradójicamente el blanco de la página vacía me recordaba a la inmensidad del invierno frío y desolador. Invierno que yo debía convertir en primavera haciendo florecer las palabras, verbos, sujetos, predicados. Ideas materializadas en signos que, unidos de forma procedente, debían tener un significado racional y exponer ideas coherentes. Esto fue lo que mi profesora, Inmaculada, me pidió. Bueno, mas bien, me demandó… en realidad me exigió de forma grave:
“dos folios sobre la Primavera si quieres salvar la evaluación”
¿Cómo podía negarme? Ella era Inmaculada, mi profesora de literatura y a la cuál la segunda parte de su nombre hacía justicia. Las soporíferas tardes de primavera transcurrían entre la lectura en voz alta de Los Clásicos y las nubes de tiza blanca que se mostraban espesas a la luz del sol. Este pugnaba por atravesar las persianas semicerradas de la clase rasgando el aire del aula y se abría paso por las rendijas de los viejos ventanales, de los que colgaban virutas de barniz reseco.
Transcurrían sin embargo animadas por la presencia, la voz y el perfume que Inmaculada dejaba a su paso (firme y seguro) entre las estrechas filas de estudiantes. Este perfume se confundía con la brisa fresca que desde la huerta traía el aroma del azahar, hasta el punto de no saber quién era quién.
La miraba entre la neblina producida por los restos de tiza asentándose y el picor de los ojos, rojos como pimientos, que evidenciaban que la primavera es el mes de las flores, bueno, para los escritores y poetas… para Inmaculada, eran flores. Para mí eran gramíneas, esporas, polen, gimnospermas también conocidas como coníferas, pistilos o solanáceas. Todas ellas culpables también del fracaso de mi futuro como futbolista. ¿Qué éxito podría tener un delantero que sacudido por los estornudos intentara disparar un penalti? Busqué refugio en el futbol sala.
Ese folio me seguía mirando, quemándome la piel con su fuerte resplandor que reflejaba la luz del flexo, alrededor del cuál volaba una mosca ociosa y curiosa. No sospechaba ella que podía convertirse en una más de la multitud de pequeños puntos rojos que cubrían la pared frente a la cuál me sentaba. Una mosca común. Ni siquiera una drosophila melanogaster, mosca del vinagre, selecta y aristocrática que (por simple y fácil de manipular) había pasado a formar parte de la historia de la ciencia frente a la mosca común. Esa mosca común y casera, mantenía orgullosa su estatus de precursora del verano. Sus golpes sobre los cristales de la clase eran una contundente llamada a la llegada de la primavera.
Esa pared, cubierta por restos de insectos alados, era también el pasaporte a quedarme el fin de semana en casa. Mi creciente frustración delante del folio se descargaba sobre estos insectos que se aventuraban dentro de mi espacio vital y anunciaban su presencia con un irritante zumbido primaveral.
Ese zumbido a veces se confundía con el ronquido regular y profundo de mi padre, que llegaba por el pasillo de la casa tras salvar el desnivel de los cuatro escalones que lo dividían. Su ronquido tenía una regularidad musicalmente pasmosa que incluso en ocasiones iba a compás de los graznidos de los vencejos que resonaban incluso por la noche, despistados por las luces nocturnas y la abundancia de insectos voladores atraídos por ellas. Sinfonía primaveral en mi bemol para ronquido, zumbido y graznido… eso si no coincidía con las fiestas patronales, en cuyo caso había que incluir cantos regionales nocturnos.
Decidí ponerme a escribir. Ahora sí. Estaba convencido de que esa pagina, delgada y frágil no podía hacerme sufrir de este modo. La primavera (hummmmmmm) La primavera la sangre altera. Que me lo digan a mí y a mi acné, evidencia de que la primavera es una clamorosa llamada a la revolución de las hormonas. Todo el sistema se veía alterado, el equilibrio se rompía, la lógica de las cosas, la racionalidad… sucumbían a la biología. Todo esto demostraba un hecho: que somos animales y como animales estamos condicionados por nuestra naturaleza… la propia y la que nos rodea.
…y por todo ello pensé: me gusta la primavera.
Me gusta porque me coloca en mi sitio, en lo que soy: un animal racional.
Me gusta porque me permite tener conciencia de mí mismo y de quién soy.
Me gusta porque es la explosión de todos los sentidos: el perfume de Inmaculada, del azahar, el silencio y ruidos de mi casa, el zumbido de la hermana mosca, las luces brillantes y pesadas que diseccionan las nubes de tiza suspendidas en el aire de mi clase…
Me gusta la primavera.
Lo que no me gustó fue que Inmaculada me pusiera insuficiente en esta redacción. Todavía me pregunto porqué.
En fin, esto es ello y espero que lo hayais disfrutado pues me llevó hasta las tres de la mañana.
Dentro de poco os daremos novedades de las que tenemos muchas y buenas.
Un saludo y sed felices.
1 comentario:
Nenico, tengo una gorra de los yankies pa ti. Cuando quieras hablamos..el lunes por la mañanita?Un beso grande
Lola, la del Black Coffee
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